Escribe Iván Reyna Ramos.
Ya no sólo que nuca funcionó. Sino
que esta vez un bloque de cerro se desplomó sobre el canal en plena lluvia
torrencial, y al represarse el lodo terminó por desbordarse y la avalancha de
huaico fue directa a desaparecer el criadero de truchas del pueblo de Huampará
que se ubica en la parte baja.
Los afectados están pidiendo a los promotores de Ñauñacu la reparación
económica por los daños ocasionados. El año pasado ocurrió algo parecido y con
un trabajador en estado de coma. Hay deudas pendientes con la Comunidad Niño
Jesús de Ayavirí por los perjuicios. Y esto porque se trata de una obra que no
cuenta con la autorización de la Autoridad Nacional del Agua (ANA), y desde
todo punto de vista y con los estudios en la mano carece de sostenibilidad
social, económica y ambiental.
Desde mi niñez siempre me atrajo las historias que mi abuelito materno, mi
papá (ambos ya fallecidos) y los vecinos mayores de edad hablaban de un canal
que llevaría agua hasta Asia. Como puedo probar con estas fotos donde se ve la
capillita de Tres Cruces y el pueblo de Ayavirí en la parte baja, desde mi
adolescencia llegué a esta zona atraído justamente por la esperanza del agua. Y
lo he repetido varias veces. Siempre ha sido de mi interés el tema del agua. Y
es porque mi tierra pasa por el imperio de la sed. Pero también me he
preguntado de dónde llevarían agua a Asia si la zona andina pasa por severas
crisis hídricas. Es más, los pastores de esa zona bajan al valle de Asia para
socorrerse de agua y forrajes. En este mismo momento están en Asia. Como lo he
documentado en mis artículos, es hora de mirar otras alternativas para producir
agua dulce en el mismo valle de Asia sin ir tan lejos. La desalinización, por
ejemplo, es una de ellas. Todavía estamos a tiempo.
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