El fotógrafo
Gary llegó al restaurante por su tallarín saltado con pollo al estilo chifa y
una tacita de anís calientita para bajar la grasita. “María, llegó a visitarme
a la Redacción mi amigo Malcom Mendocha, el famoso periodista de espectáculos y
experto ‘marketero’. Mendocha fue el encargado de entrevistar a los personajes
más famosos y a veces inaccesibles. Por ejemplo, era legendaria la manera tan
estricta que tenía Augusto Ferrando para defender la privacidad de su hogar en
la calle Trujillo, en Magdalena. ‘Gary, logré la entrevista impensada nada
menos que en la casa del más popular y querido animador de todos los tiempos.
La primera vez que conversé con él fue en su casa. Me agarró camote.
Tanto así
que me invitaba a integrarme a la ‘familia Ferrando’ y me pedía consejitos para
poder llevarse bien con la prensa’. Como amigo, pude comprobar que el hijo
menor, el buen Juan Carlos, experto en producción de TV era la cabeza pensante
de la producción junto a su viejo. Los miércoles tomaba desayuno con Augusto a
las 6:30 de la mañana en punto en su linda residencia de dos pisos.
En la amplia
cocina nos ubicamos con el inquieto ‘Chicho’ y Rubén, sus engreídos. A la
cabecera iba Augusto, serio, pero a veces con su inagotable ‘chispa’,
‘batiendo’ a todos, particularmente a su chofer, Marco. Recuerdo que
degustábamos un consistente desayuno con salchicha que se la traían de Huacho y
tamales de Cañete, infaltables cafés con leche y muchos panes franceses.
Desde esa
memorable mesa, conversando, se echaba a andar el programa sabatino que hasta
ahora es inalcanzable en el rating, mientras el teléfono no dejaba de timbrar
con llamadas de empresarios y políticos queriéndose ‘ganar alguito’. Augusto
tenía por norma citarlos muy temprano con reloj en mano. Una mañana, contestó
una llamada de Estados Unidos y respondió: ‘Hermano, este domingo llevo la Peña
Ferrando a Miami, voy con mi hermana Lucila Campos y mi sobrina Lucía de la
Cruz. Ah, para la cobertura de prensa va conmigo un tremendo periodista, Malcom
Mendocha, vayan matando’. Entonces, me dijo, ‘Malcom, vámonos con Faucett’. Así
de firme era la decisión de Augusto.
Efectivamente,
todos viajamos, fue un inolvidable show con la colonia peruana. Otro día,
Augusto me sorprendió llamándome desde su dormitorio en el segundo piso. No
estaba bien de salud, entonces me senté en su cama y empezó a contarme secretos
inconfesables. Miraba su inseparable maletín de cuero en la mesita de noche,
repleto de billetes y valiosos documentos de contratos con sus poderosos
auspiciadores. ‘De qué vale tanto dinero si ya no tengo a mi querida esposa
Mechita. Me da pena la salud de Rubén, de Chicho, luchando contra la maldita
diabetes’. Otra vez me quedé helado cuando me mostró una herida en su pie por
la diabetes. Lloró con toda su buena dimensión humana”. Pucha, han pasados los
años y aún extraño ‘Trampolín a la fama’. Me voy, cuídense. (Juvroh-Al Rojo Vivo 23-07-2014)
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